viernes, 31 de mayo de 2013

Capítulo 3: No quieras saberlo.


Holis, aquí os dejo el tercer capítulo, es corto, lo se, lo se. Bueno, pues aquí está, os pido que por favor comentéis, sea cual sea vuestro idioma, que tengo lectores de otros paises *-* Quiero saber vuestra opinión sobre la historia, bueno, y disfrutad la lectura :).

Liam, el chico de los pasteles, Liam. Liam, el chico que se encontraba frente a mí, Liam.
—Mira, ya está consciente.
—¿Qué te pasa en la pierna?
—¿A mí? Nada.
—Vas lleno de sangre...
—Esto... es tuya...
—Ah. Liam ¿qué ha pasado?
—Te caíste.
—¿Cómo?
—Estabas sentada en ese banco y te caíste.-afirmó una chica morena de ojos marrones que estaba a su lado-. Te vi caer y cuando él pasaba se quedó contigo y yo fui a por cosas para curar la herida.
—¿Pasabas por aquí?
—Un encargo a domicilio, pensé que pasar por el parque sería una ventaja.
—Ah, entiendo.
—Soy Ari, encantada.
—Georgia, llámame Geo.
La chica, llevaba sus cabellos recogidos en dos trenzas despeinadas a la altura de los hombros, unas gafas de pasta grandes y llevaba una especie de capa verde, como sacada de un cuento en los que la protagonista vive en el bosque. En su bolso se podían distinguir bolsitas de hierbas distintas ¿marihuana? No creo. No, hierba aromática por el color y flores violetas. Me dio una gasa con un líquido con olor a rosas y me indicó que la pusiera en mi nuca. Toqué con cuidado la zona del cuello, dolía bastante, miré mis dedos que aún seguían llenos de sangre de mi cuello. Liam le dio las gracias y esta se fue despareciendo entre los árboles del parque.
—Liam, no me mientas.
—¿Qué?
—No me caí. Me golpearon.
—N...no te g...golpearon. Te caíste.
—No, le vi.
—¿A quién?
—Al chico.
—¿Qué chico?
—Vamos Liam, se que sabes de quien hablo.
—No, no lo sé.
—Un chico guapo, de ojos azules... sus ojos se tiñeron rojos como la sangre.
—Lo imaginarías. No recuerdas bien.
Me ayudó a levantarme  y comenzamos a andar sin un rumbo fijo.
—Fue lo único que vi Liam, ese chico, sus ojos cambiar de color y después nada, me golpearon.
—Déjalo.-miró a izquierda y derecha, a arriba, a atrás y añadió.- sé que te pasó, se quién es ese chico pero Geo, no quieras saberlo.
—Vale, umhh, ¿adónde vamos?
—A un sitio donde no haya nadie, quiero decirte algo.

Caminamos silenciosos hasta salir del parque, como si nada hubiera pasado. La gente seguía siendo tan irreal y feliz como yo la veía, nada había pasado. Lo único que pasaba era la gasa de rosas por mi nuca limpiando la sangre. Llegamos a la playa, estaba desierta en aquella zona, seguimos andando sin decir una sola palabra, la marea comenzaba a subir y hacía frío, noté como Liam ponía su chaqueta sobre mis hombros y aunque no dije nada, agradecí su gesto de amabilidad. El paisaje cambió completamente, la arena suave y fina, ahora era una montaña de piedras húmedas que se perdían en el agua y el azul del cielo había sido sustituido por un gris verdoso que me encantaba. Los acantilados se  formaban a nuestra derechs conforme  avanzabamos y sin saber como, observé la mansión de  mi tía en lo alto del acantilado. Liam se sentó en el suelo, le imité y me senté a su lado.
—He estado observando esto...-sacó la caja de su mochila y noté el peso que faltaba en mi bolso.
—¿Has estado mirando en mi mochila?
—¿QUÉ?¡No! Se te cayó y yo la recogí. He estaba observándola y ...
—Y no la has podido registrar porque ni yo misma se abrirla.
—No iba a registrarla... sólo digo que la inscripción, anguis rubrum oculos significa ojos rojos de serpiente en latín, pero está equivocada, los ojos de estas serpientes son verdes, no rojos y mira esta, hasta le falta un ojo...
—Interesante, ¿eso es todo?
—No, también te iba a decir ... da igual, solo hazme caso, no busques al chico, si lo encuentras no te acerques a él.
—Vale papá.
—Eso es todo, adiós.

Se levantó y se marchó dando un paseo, allí me quedé. Sentada, mirando la caja y dándole vueltas entre mis manos. Era cierto, a aquella serpiente le faltaba un ojo, y todas los tenían verdes a pesar de la inscripción que  nombraba a las serpientes de ojos rojos. Guardé la caja y subí por las escaleras del acantilado hasta la mansión, entré en silencio y  me encerré  en mi habitación, aún era de día. Cuando "me caí" era por la noche, ¿había pasado la noche en aquel parque? Gran comienzo Geo, gran comienzo.

jueves, 30 de mayo de 2013

Capítulo 2: Buena elección.

Holaa((: ¿os  gustó el primer capítulo? Espero que , y que comentéis para saber que os parece, eso también lo espero JE. Bueno, para los que me seguís en twitter, he cambiado mi user, ahora soy @1DRedPlanet ya que el otro nombre no me convencía mucho. Y ahora, os dejo el segundo capítulo, disfrutad la lectura,un beso.


¿Qué pasaría si cogiera esa caja? Era pequeña, vieja y parecía haber sido olvidada allí, tan llena de polvo como se encontraba. No, no pasaría nada y además no sabría lo que  contenía,ya que no tenía la clave para abrirla. Miré a ambos lados, derecha e izquierda, no había nadie mirándome, claro que no, estaba sola en el cuarto. La cogí y con un simple movimiento la metí a mi mochila. Entre dos libretas y mi estuche morado.
¿Y ahora qué iba a hacer? Era sábado, había un largo puente de una semana hasta que tuviera que incorporarme a las clases, y no tenía nada, absolutamente nada que hacer. La caja, imposible de abrir, no podría descubrir los secretos que guardaba.
Salí de mi habitación, no sin antes cerrar con llave y echarla a mi bolsillo. Bajé las escaleras deslizándome por la barra de agarrarse. Me dirigí al comedor en busca de un televisor, cosa que no encontré.La gran escalera de caracol que daba al desván se perdía en el techo. Había una gran lampara de araña colgada, con millones de cristalitos brillando, y como no, los soportes de la lampara acababan en cabezas de serpiente. Comenzaba a asustarme la grave obsesión de mi tía abuela con esos reptiles, ya casi podía escuchar los siseos de las serpientes en mis oidos. Una mano se posó en mi hombro, haciéndome estremecer.
—Lo siento Georgia. ¿Te apetece un cacao? Ha sobrado mucho...
—No... em, ahora iba a explorar la casa, es tan grande que temo perderme en ella.
—No, no y no, como ya has dicho, podrías perderte así que, mejor no.
—De acuerdo... voy a dar una vuelta por el pueblo.-quitó su huesuda mano de mi hombro.
—Hasta luego.-dijo suavizando su tono de voz.
Salí de la casa y bajé la colina por el camino de piedras grisáceas que daba a la salida. Monté en mi bicicleta y me dirigí al pueblo que estaba bastante lejos, ya que la casa estaba a las afueras y a su alrededor solo habían parcelas sin edificar. En el pueblo, todo era muy diferente, las casas eran de colores vivos, y los balcones estaban a reventar de macetas llenas de flores que desprendían un aroma dulce y fresco. Dejé mi bicicleta junto a un montón de estas que estaban enfiladas y le puse el candado. Entré en una panadería de paredes violetas, el aroma que había dentro, dulce, floral, perfecto.
—Buenas tardes, ¿desea algo?-dijo un hombre mayor, de pelo canoso y con una gran sonrisa en el rostro.
Giré la cabeza hacia el mostrador que estaba lleno de pasteles, tartas, dulces, bollos, magdalenas y toda clase de delicias.
—Emm.-me decanté por un pastelito de color rosado con perlas plateadas decorando la masa.-Este.
—Claro, un momento.-el hombre se acercó a otra mujer que había al otro lado del mostrador.
Me apoyé en el gran refrigerador que estaba lleno de botellas de agua, bebidas energéticas y refrescos de todas clases, estaba helado, lo que me encantaba, ya que fuera hacía un calor de mil demonios. De una puerta blanca, supongo que daría a la cocina, salió un chico de pelo castaño corto, ojos color café y una sonrisa de oreja a oreja. Cargaba una gran bandeja tapada, que puso delante de mí y destapó. Estaba llena de pastelitos con olor a gloria, demasiados colores se escapaban de allí como arco iris, decorados tan delicados y envueltos en papel de color dorado, eran perfectos.
—¿Cuál te gusta?-preguntó con un gesto de amabilidad.
Señalé decidida el rosa de las perlas, que era idéntico al del mostrador.
—Ese.-dije.
Buena elección. Oye, eres nueva por aquí, ¿verdad?
—Esto... si. Soy Georgia, mejor Geo.
—Yo soy Liam, mejor Liam.-solté una carcajada sonora.
Me extendió un papel con la cuenta y yo le di el dinero.
—Encantada.
—Igualmente, Geo.
Salí de allí y monté de nuevo en mi bicicleta, eché el pastelito en la cesta de la bicicleta, metido en la cajita violeta donde Liam la había puesto. Me dirigí en busca de algún asiento, donde poder descansar y tomarme el dulce sin ser molestada, encontré un parque un poco a las afueras, árboles interminables daban sombra. Me senté en un banco y al poco rato de sentarme escuche una voz. Me giré bruscamente, y ahí estaba, un chico, lo único que pude ver fueron sus ojos, azules como el mar que se volvieron rojos cual sangre fresca. Algo me golpeó fuertemente, caí al suelo, perdiendo así el conocimiento, sin más.



martes, 28 de mayo de 2013

Capítulo 1: La llegada.

Holis(:
Bueno, después de muchísimo tiempo me he decidido a subir un capítulo, el primero (JEJE). Que no subiré muy a menudo porque estoy de exámenes y si queréis saber cuando subo capítulo seguidme en twitter @_nothingtofix_ que lo diré por ahí.
Y bueno, espero que os guste, que comentéis y sigáis el blog, besos. 
*    *     *     *     *     *     *     *
El coche paró en seco, impulsándome hacia delante y haciendo que me chocara con el asiento de mi hermana mayor, que iba conduciendo. Normalmente me sentaba en el asiento de al lado, pero quería dormir sin tener que llevar el cinturón por lo que ir atrás era la mejor opción. Danielle, mi hermana mayor, abrió la puerta y me dio unos toques en el hombro. Salí y nada más poner un pie en el suelo noté como si la tierra se moviera, las piernas se me habían paralizado y me costaba andar, tantas horas sin moverlas de posición no les habían hecho bien.
—Vamos Georgia, esta es la casa.
—Que casa mas ... fea. Y sabes que odio cuando me llamas Georgia.
—Ah vale, perdona, Geo, madre Tierra, bola de tierra suspendida en el universo...
—Ya pasó. ¿Qué mierda llevas en tu maleta?¿Piedras?
—Sólo llevo lo necesario.
—Las piedras no son necesarias, Danielle.
Cogí mi maleta y la obligué a cargar con la suya, que pesaba demasiado. Nos encaminamos a la casa, que estaba en una pequeña colina acabada en un pico que parecía peligroso, y ese pico no era más que un acantilado que daba al mar. Llamamos al timbre, que no sonó fuera, supongo que tampoco dentro. Agarré la manilla que había en la puerta para llamar como antiguamente. Era dorada y con la cabeza de una serpiente del mismo color tallada. Di dos toques que sonaron fuertemente dentro y fuera. La puerta se abrió, una mujer con un pañuelo verde en la cabeza y sobre los hombros y unas gafas oscuras  se encontraba detrás. Retrocedí de un salto y caí para atrás.
—¿Estás bien, querida?
—Cla...claro claro. Sólo es una caída, no pasa nada.-me levanté del suelo y sacudí mis pantalones mientras Danielle me echaba miradas de enfado.
—Tía Euríale, cuanto tiempo, has cambiado mucho.
—Vosotras también estáis muy cambiadas.-me pasó una mano por la cabeza y sostuvo un mechón de mis cabellos entre sus dedos.-Oh que hermoso  cabello, de color chocolate... Hablando de chocolate, os preparado unas tazas de cacao caliente de bienvenida.
—Eres genial, tía Euríale.-dijo Dan, me dio un pisotón en el pie.
—Esto... gracias por ser tan ¿considerada? Si eso, considerada.
Rió y no hizo un gesto con sus muy arrugadas manos para que la siguieramos por el pasillo, que estaba prácticamente a oscuras. Llegamos a un salón en el que había una gran chimenea muy decorada, dos sillones verdes y un sofá del mismol color.  Las paredes, de color menta y el papel dorado estaban ya desgastados y medio arrancados de su lugar, la pintura desconchada y dejando zonas grises. De un pequeño empujón me sentó a su lado en el sillón y me ofreció una taza de cacao.
—Me encanta teneros aquí a las dos, ¿y vuestra madre?
Tragué saliva y tosí bruscamente.
—Bueno... digamos que papá no estaba muy... cuerdo, aquel día.
Intenté dejar de  escuchar, pero no podía desconectar en aquel momento.
—¿Pero vuestro padre no estaba ...?
—Si.-siguió Danielle-. Quería decir nuestro padrastro, estoy acostumbrada a llamarle así.
—Entiendo, bueno bueno,  fuera caras largas. ¿Queréis ver vuestros  aposentos?
¿Aposentos? Ah claro, ¡Las habitaciones!
—¡Si!
Subí corriendo las escaleras mientras ellas subían a su paso, me asomé a la primera habitación, llena de peluches y muñecas de aspecto satánico. Las paredes pintadas de rosa, las cortinas blancas y violetas, una mosquitera de mariposas sobre la cama, y lo peor de todo, no había cerradura en la puerta, cualquiera podría entrar si quisiera. Me acerqué a la de al lado, que era un baño. La siguiente otro baño. La siguiente supuse que sería la habitación de Euríale, por el decorado tan antiguo como ella, y por la cama sin hacer que delataba que había dormido allí. Asomé la cabeza en el último cuarto. Perfecto. Era perfecto. Paredes verdes como las hojas de los pinos, la cama era como una litera, sólo que la parte de abajo era un escritorio, la parte de arriba la cama y la escalera que era de peldaños cual una normal, tenia por peldaño una estantería en el lateral que daba al escritorio. Era perfecta. Completamente llena de libros, libros viejos, con olor a polvo literario, como habría dicho mi madre. Seguro que ella habría amado esta habitación como yo la estaba amando en aquel momento. Había un armario de madera en el que cabríamos cuatro personas de mi tamaño. Un baño propio, cosa que no había en los otros cuartos puesto que ya había suficientes lavabos en la casa. Y además tenía cerradura, nadie que yo no invitara a pasar tendría el gusto de hacerlo por si mismo.
—Estos deberían ser los aposentosnde tu hermana, pero puesto que tú llegaste antes y no pone su nombre por ninguna parte, supongo que es toda tuya.-sonrió mi tía.
—No es justo... yo ya soy mayor...
—Si eres tan mayor como dices ser, déjate de berrinches y confórmate con lo que hay.
La verdad es que mi hermana ya era bastante mayor, como si veinte años fueran pocos. Y ya era bastante bonito de ver que yo con mis diecisiete años aún tuviera a mi osito de peluche como para que ella también fuera una chica con mentalidad de bebé. Pero por nada del mundo iba a abandonar a Dusty, por nada, era el mejor osito de peluche del mundo y por mucho que yo creciera iba a permanecer a mi lado.
Deshice la maleta, saqué toda la ropa y la metí en el armario. Percha, camiseta, cajón, pantalón. Percha, vestido, cajón, shorts. Ya lleno el primer cajón fui a abrir el segundo, pero ya estaba ocupado.
Una caja dorada, como todo en aquella casa al parecer, era de madera, con adornos similares a los de la puerta, serpientes. Se ve que a Euríale le encantaban esos animales mortales. Intenté abrirla pero estaba cerrada, lo raro es que no tenía cerradura. Miré detenidamente la caja, por cada esquina una cabeza de serpiente, cada una de sus colas se unían en el centro para formar una estrella, estaba bien hecha sin duda. Las figuras de los reptiles tenían ojos verdes de esmeraldas y en alguna escamas había purpurina o algo así que habría caído sobre la caja hace tiempo, dejando el brillo incrustado. Tanta molestia, tanto adorno, tanto tiempo que se habría tardado en hacer esa caja, para guardar, ¿qué?¿Qué guardaba esa caja? Necesitaba saberlo.

jueves, 16 de mayo de 2013

Holis(:

Hola, May al habla. Bueno, soy May, de Murcia, soy directioner, Mixer y Sheerio. Tributo, divergente, hoster y Potterhead. Voy a escribir este fanfic de One Direction, principalmente de Louis, pues es mi debilidad, aunque ninguno de los idiotas de las escaleras se quedará atrás. Bueno, antes de nada, este no es el típico fanfic en el que chico conoce chica, a chico le gusta chica, a chica le gusta chico y al día siguiente ya se aman perdidamente. No. Odio eso, ya que no es normal que al día siguiente de conocer a un chico ya le ames, eso no es amor, y bueno, que por típico me refiero a que no son del todo normales, para saber más, leedlo, comentar vuestra opinión y no olvidéis lo más importante, disfrutad la lectura(: