jueves, 3 de octubre de 2013

Malas noticias.

Holitas. A ver, voy a dejar de escribir la novela, por varias razones. Nadie pero nadie me da nunca su opinión, menos dos personas, todos los lectores son como fantasmas. La segunda razón LA VUEEEEELTA AL COOOOLE DEL CORTEEEE INGLÉEEEES, ya han empezado las clases y como comprenderéis el año pasado bajé la nota por distracciones y escribir tanto esta novela como las demás es una grandísima distracción para mí. Y la tercera, no soy capaz de escribir, dejando de lado las otras razones, no tengo inspiración y sin esta, es imposible que siga. En fin, adiós.

Os quiero lectores fantasmas, un beso.

jueves, 5 de septiembre de 2013

Capítulo 11: La visita.

Aquí os dejo el capítulo 11, espero que os guste y que comentéis, siento tardar siempre en tardar pero la inspiración no me llega T.T os quiero pequeños lectores :).

Se acercó a un Jaguar XF deportivo, parecía caro, demasiado, y nuevo, como recién comprado. Sacó la llave de su bolsillo y tras pulsar el botón, las luces delanteras se encendieron en un tono azulado. Me deslicé en el asiento del acompañante y me puse el cinturón, si algo había aprendido es que los vampiros no conocían los límites de velocidad. Llevó una mano al volante y la otra a mi muslo, buscando mi mano para agarrarla, entrelazó sus helados dedos con los míos y puso en marcha el coche, hacía Hiller Park. Por lo que recordaba de cuando había venido a pasar unas navidades con mi tía, Hillin Park era en parte una reserva natural y en otra parte era un parque público, al que los chicos del Instituto iban a fumar y a beber con sus compañeros.
—Hemos llegado —dijo quitando la llave de su lugar y saliendo del coche.
Estábamos aparcados frente la entrada del parque. Un niebla espesa corría bajo nuestros pies sin dejarnos ver dónde pisábamos. Louis me cogió la mano y me guió decidido hacia el parque.
—¿Por qué hemos venido aquí?
—Mi amigo puede ayudarnos.
—¿Ayudarnos?
Asintió.
—¿A qué? —pregunté.
—¿No recuerdas?
—Ah claro.
Seguimos caminando sin decir nada, a paso ligero. De vez en cuando Louis se paraba para decidir el camino que tomar y cada vez yo estaba más segura de que la niebla había ayudado a perdernos.
—¿Estás seguro de que es por aquí? —pregunté a Louis.
—Estoy seguro en un noventa y nueve por ciento.
—¿Y el uno por ciento restante?
—Ese sólo está casi seguro.
Suspiré y le seguí a través de la niebla.
Llevábamos tal vez una hora andando entre árboles y más árboles cuando vi unas luces anaranjadas que venían de no muy lejos, y un humo espeso por encima de la niebla, de un gris que sobresaltaba sobre el blanco de ésta. Louis me cogió la mano con mayor fuerza y nos acercamos a la que parecía ser una cabaña. Él parecía saber a dónde nos dirigíamos por lo que le dejé guiarme.
Ya nos encontrábamos frente a aquella casa, era de madera y la chimenea desprendía aquel humo grisáceo y asfixiante. Las luces anaranjadas procedían de unas ventanas desde las que no se veía nada, pues las cortinas estaban echadas. Louis llamó a la puerta tres veces, y volvió a llamar tres veces con los mismos tiempos. La puerta de madera se abrió en un momento y una chica rubia de aspecto irlandés nos abrió esbozando una cálida y amplia sonrisa.
—Buenas, ¿qué des... —Se paró y observó a Louis, alcanzó un paraguas y se lo puso a éste en el cuello amenazante.—¿Qué buscas aquí, chupasangres?
Louis abrió la boca para responder, mas ella no le dejó decir nada. Me miró y me agarró tirando de mí hacia dentro.
—Ibas a hacer daño a una humana, en Horan's no permitimos a las humanas, pero haremos una excepción con ella —dijo con su marcado acento irlandés.— No puedes hacerla nad...
No pudo terminar, ya que un chico, también irlandés la interrumpió.
—¡Carrie, déjales en paz!—le gritó éste, y Carrie me soltó—¡Es inofensivo, y mi invitado!
—¡Te vas enterar!—respondió ésta enfadada.—Aquí no entran ni vampiros ni humanos.
Bufó y se dio la vuelta, andando hacia un pasillo.
—Louis, por fin estás aquí. —Me miró— Soy Niall, siento la escena con Carrie, ella es así.
—Geo —dije ofreciéndole una mano para estrechársela, pero él me dio dos besos y pasó de mí saludo.
—Bien, bajemos al sótano. No te preocupes, si te asustas por la oscuridad puedes abrazarme.—sugirió el irlandés con una sonrisa burlona aunque sin maldad.
Le seguimos por el mismo pasillo por el que Carrie había entrado malhumorada, eran todo puertas y más puertas.
—Esto es una especie de hostal para criaturas como tu amigo —dijo Niall resolviendo mis dudas— Bueno, en realidad todos entran menos él. Mi padre tiene tirria a los vampiros, no les soporta.—rió.
—Aunque yo soy la escepción, soy tan adorable.—rió Louis.
Llegamos al final del interminable pasillo, la verdad es que aquel sitio era más grande por dentro que por fuera, y con una notable difernecia de metros. Niall sacó una llave metálica de su bolsillo y la introdujo en la cerradura de ésta. La puerta se abrió dando lugar a unas fantasmagóricas escaleras de piedra. Alcanzó una antorcha al principio de las escaleras y la encendió con tan sólo chasquear los dedos. Louis y yo nos miramos y encogimos los hombros, ni él sabía que hacía su amigo el irlandés.
Las escaleras acabaron, de nuevo otra puerta y tras ésta, el sótano. No tenía nada de especial, las paredes estaban comidas por la mugre en las esquinas y era de un gris cemento común y sucio, había dos estanterías llenas de libros de aspecto antiguo y un escritorio, un armario en el que cabríamos los tres y un oso pardo juntos y una alfombra roja llena de bolas de pelusa.
—Siéntate ahí —me dijo señalando a la alfombra.
—¿En el suelo? —Pregunté.
—Hombre, ¿ves algún sillón en esta sala?
Negué con la cabeza.
 Me senté en una esquina de la alfombra y Louis se sentó a mi lado. Observamos a Niall abrir el grandísimo armario y sacar un montón de trastos. Cada vez que se acercaba a nosotros era para traer algo desde allí, una bola de cristal, un montón de botecitos con diferentes líquidos de colores, un espejo, tazas, cosas que ni sabía qué eran.
—Niall...—musité.
No respondió.
—Niall.
Siguió sin responder.
—¡NIALL!—grité.
—¿Qué?
—¿Qué coño es todo esto?
—Vamos a hacer una ouija.
—Estarás de coña.
—Pues claro. —rió mientras dejaba un sandwich mordido sobre el escritorio y se sentaba en frente de nosotros.—Tengo entendido que eres sobrina de Euríale.
—Ajá—asentí— lo soy. ¿Por qué todos estáis tan obsesionados con ella? Vale que sea rara, pero tampoco es una bruja.
—Oh no, no es una bruja, es peor que eso.
Puse cara de "a-qué-cojones-te-refieres" y alcé una ceja.
—Tu tía es una gorgona.


viernes, 9 de agosto de 2013

Capítulo 10: Hiller Park.

Siento haber tardado tantíiiiiiiisimo en subir capítulo y que sea tan corto, pero estuve de campamento y bueno, también he estado tiempo sin inspiración para escribir, espero que os guste y comentéis.

Daba vueltas en la cama esperando que Louis apareciera. No sabía a dónde iba a llevarme, ni para qué pero tenía una pequeña idea de que podía ser. Una piedra golpeó el cristal de mi ventana, otra piedra se coló por el hueco por el que entraba aire. <BAJA> ponía en ésta.
Me asomé y vi un chico pálido, como Louis, junto a una moto. No veía su rostro ya que llevaba un casco puesto, pero aun así bajé, sabía que era él, estaba casi segura. Monté a la moto y ésta comenzó a rugir.
—¿Lista?
Esa voz no era la de Louis.
—¿Quién eres?
Negué al tiempo que lo decía, preocupada.
—Ponte esto —me ofreció un casco rojo.
—¿Quién eres tú? —hice una pausa por cada palabra.
—Y si no te lo digo... ¿qué me harás?
Le di un mordisco en la mano que sujetaba la empuñadura de la moto.
—¿Crees que eres la única que sabe morder, preciosa?
—¿Eres un...? —tartamudeé.
Asintió.
—Ahora ponte el casco y sube, si no quieres comprobarlo.
Hice caso a lo que me decía el tipo misterioso, me subí la cremallera de la chaqueta hasta el cuello y metí el pelo por dentro de mi jersey para que no se pillara con el casco. La moto salió despedida como un cohete. Sin quererlo me agarré a su cintura y pasé mis piernas por encima de las suyas, sintiéndome así más segura en aquel trasto infernal, una sonrisa burlona se dibujó entre sus mejillas, pude ver dos afilados colmillos escondidos en una hilera de dientes perfectos, blancos y rectos, como jamás los había visto en ningún chico de Denver, donde yo vivía antes.
—¿Puedo hacerte una pregunta?
—Dispara.
—¿Dónde vamos?
—Louis me dijo que te llevara a Silverbrook Street, el por qué no lo sé...
Me sentí en paz conmigo misma al oír que Louis había mandado a este chico que me llevaría con él.
—Esto... ¿ahora me dirás quién eres?
Negó con la cabeza y soltó una carcajada.
—No tiene gracia que sepas quién soy hasta el final del trayecto.
Dejé caer la cabeza en su espalda y noté el movimiento en su pecho de que se reía. Seguro que no era la primera chica que montaba con él en el vehículo pero estaba segura de que era la única que se había asustado con cada una de las curvas que tomaba.
Paramos delante de una fachada llena de grafitis, de las sombras vi salir a Louis, llevaba una sudadera negra y unos vaqueros desgastados hasta los tobillos, cosa que no era propia de él; siempre le había visto con pantalones pesqueros por la rodilla. Me pasé los dedos por el pelo intentando peinarme un poco, ya que mi intento de no despeinarme había sido en vano.
—Así despeinada estás jodidamente sexy.
—Tú estarías más sexy si te quitaras el casco y enseñaras de una vez tu preciosa carita.
Se quitó el casco y movió la cabeza para colocarse bien el pelo, rizos, ojos verdes y sonrisa burlona natural. Estaba claro. Harry.
—Ya sé que mi cara es preciosa —me sacó la lengua.
—Vámonos —dijo Louis poniéndome una mano en el hombro.—gracias por traerla hermano.
—No hay de qué —dicho esto Harry volvió a montarse en el trasto y tomó Railroad hacia la costa.
—¿Hermano? —pregunté.—pensaba que sólo tenías una hermana, Lottie.
—Y es así... Harry y los demás vampiros son mi familia de sangre muerta, por así decirlo, tenemos lazos de sangre con todos. Mis lazos de sangre con Lottie son directos, somos hermanos desde... siempre, yo la convertí a ella y a mí me convirtió Harry.
—¿Cómo os convierten?
—Hacemos un cambio de sangre, nosotros bebemos de su sangre y si no deseamos matarlos les metemos nuestra sangre, así se convierten en lo que nosotros. Bueno, nos vamos.
—¿Adónde?
—Hiller park, tenemos que visitar a un amigo...


martes, 16 de julio de 2013

Capítulo 9: Problemas.

No entendía nada de aquello, ¿Cómo era posible lo que me decía? Mi tía era tan solo una humana, no podría estar metida en aquellos líos por mucho que quisiera, era imposible.

—Pero... me quedé con las palabras en la punta de la lengua cuando el timbre sonó, debíamos entrar a clase.
—Luego hablamos, Georgia. asentí.
Entré al edificio y fui corriendo a la cafetería que seguía llena, busqué a Liam con la mirada y le vi saliendo por la otra puerta, corrí gritando su nombre e intentando que me escuchara, pero estaba lejos. de repente una chica apareció por mi derecha mientras corría para alcanzar a Liam y se chocó contra mí derramando el contenido de su bandeja sobre mi pelo. Me dirigió una mirada de odio y noté como si mis pulmones se secaran y no dejaran pasar el aire, mi estómago estaba contraído, y sentía un dolor inmediato de cabeza, que me provocaba nauseas. Una chica castaña se acercó a esta y le posó la mano en el hombro, se miraron por un segundo, entonces la primera chica se fue, no antes sin pisar mi mano con su punzante tacón negro. La chica castaña me extendió una mano, sus ojos verdes eran amigables, como todo su ser.
—No te tomes muy a pecho lo que ha pasado, ella..., es así —dijo mientras tiraba de mí para ponerme en pie.— Soy guarda de pasillo, no te preocupes, vamos al baño, te cambias y luego preparo un justificante para el tutor de la clase a la que faltes, ¡Lu, acompáñanos!
Una chica de pelo oscuro y ojos azules con una carpeta llena de papeles desordenados apareció a nuestro lado, salimos de la cafetería y fuimos directas al baño.
—Mi nombre es Dianne, estoy un curso por debajo, es un honor conocerte en persona Georgia Legendre.
—Emm, gracias.—dije con cierto tono dubitativo.
—Yo soy Lucy, puedes llamarme Lu. Estoy en tu curso.—me dedicó una sonrisa tímida.
Dianne abrió su mochila y comenzó a sacar cosas, una caja de pañuelos, una camiseta, un par de pantalones, un sujetador, un cepillo de pelo, un maletín de maquillaje... era como si esa mochila no tuviera fin. Me ofreció una camiseta gris y unos vaqueros de pitillo.
—Entra ahí, date una ducha y ponte esto.—dejé la ropa junto a mi mochila, me dio un bote de champú de hierbas y entré a la ducha.
El agua estaba fría pero me valía igual, me relajé completamente mientras el agua caía sobre mi piel y quitaba los restos de pasta y ensalada de mi cabello.
Alcancé una toalla que Lucy ofrecía por encima de la puerta y me sequé con ella. Salí y ellas ya tenían una especie de salón de belleza montado. Me sentaron en uno de los bancos del baño y comenzaron a secarme el pelo y a peinarlo.
—¿Qué se siente al ser una persona tan importante?
—¿Importante?—pregunté.
—Sí, en nuestro mundo eres así, en los subsuelos, en los bosques mágicos que hay tras el abismo, desde que llegaste a McKinleyville estas en boca de todos los habitantes... mágicos.—Aclaró Lucy.
—Ya, pero... yo no estoy familiarizada con la magia, bueno, familiarizada por mi familia, pero antes de llegar no sabía nada de esto.
—Oh, en ese caso... bueno ya estás peinada. limpia y vestida. Lu, saca los justificantes de pasillo y prepara uno a nombre de Georgia Legendre.
Firmó un justificante a nombre del guarda de pasillo y me senté junto a la puerta del aula esperando que terminara la clase y nos fueramos a la siguiente. Liam salió el primero de clase nada más sonar la campana.
—No las soporto más, estas humanas se pegan como las babosas.
—Si no fueras un ángel buenorro no te acosarían como lo hacen.
—¿Crees que soy un ángel buenorro? —sus mejillas se volvieron coloradas.
—Pues claro —Las chicas comenzaron a arrollarlo y lo empujaban por el pasillo mientras se peleaban entre ellas por sentarse a su lado. —¡Nos vemos en clase! —grité a Liam antes que desapareciera.
Louis salió de clase, me saludó con la mano y dejó de hablar con el chico que le acompañaba, era rubio y tenía aspecto de ser menor, además de que mediría un poco menos que yo.
  —Era un amigo, creo que podrá ayudarnos con el asunto de mi hermana y tus amigos.
—Genial —hice una mueca.
Puso su mano alrededor de mi cadera y tiró de mí por el pasillo, en menos de dos minutos estabamos en el piso mas alto del edificio, en frente de clase. Ocupé un asiento al lado de Louis ya que una rubia gigante me había quitado mi asiento junto a Liam.
—¿Por qué faltaste a la anterior clase? No sabía que te fueran las pellas...
—Oh no, no hice pellas, tuve un problema pero mira —le enseñé el papelito firmado —. Tengo justificante.
—En ese caso bien.
Esta clase era diferente, no habían mesas separadas sino una gran fila de pupitres altos que rodeaban toda el aula. Las paredes estaban cubiertas de instrumentos de todas clases. La profesora entró en clase y de un grito nos hizo callar a todos. Sonrió y se presentó como la señora Collins, departamento de música.
—Bueno, ya sé que sois mayores, ¡último curso ni más ni menos! Peeeero —su tono de voz era tan agudo que mareaba —. Mi costumbre es que todos mis alumnos se presenten cantando.
—¿Cómo? ¿Canturreando nuestro nombre, edad y color favorito cual preescolar? —dijo un chico de pelo oscuro en cresta, con tatuajes rodeando todo su brazo.
—Cállese señor Jonhson. Bueno, no, no se calle, usted va a presentarse el primero y cantará igualmente el primero.
  El chico abrió la boca para quejarse pero Collins le echó una mirada sebera y él comenzó a decir:

—Mi nombre es Steve Jonhson, nací en Kansas y voy a cantar "Welcome To The Black Parade" de My Chemical Romance.
—Excelente, comience.
Unas chicas de origen asiático se levantaron y cogieron unas gitarras eléctricas mientras Steve comenzaba a cantar desentonando completamente y todos nos uniamos para hacer los coros de la canción y dábamos palmas. Así con cada uno que salió, algunas chicas salían en grupo y cantaban como tal, supuse que estaban en el coro. Louis resultó tener una voz magnífica y Liam cantaba bueno... Como los ángeles, así debía cantar. La clase acabó, apenas había sentido vergüenza cuando canté "Imagine" y me habían aplaudido y vitoreado. Me reuní con Louis a la puerta de salida.
—¿Qué fue eso? —dijo riendo.
—¿El qué? —di una patada nerviosa a una piedrecita.
—Lo de clase, cantaste como... Para hipnotizar...
—Anda ya, bueno, tú tienes que contarme, aun hay cosas que no sé ni sobre mí misma, y creo que tú sabes bastante para iluminarme...
—Esta noche paso a recogerte, será tarde, espero que sigas despierta.
—Ahí estaré, esperando tu llegada desde el balcón. —Nos despedimos con la mano y salí corriendo hacia casa.

martes, 9 de julio de 2013

Capítulo 8: El consejo.

Holaa, aquí os dejo el octavo capítulo, espero que os guste y que comentéis, un beso :)).


La clase pasó lentamente, Liam y yo copiábamos todo lo que el tutor escribía en la pizarra en nuestros cuadernos, pero yo cada poco tiempo miraba hacia atrás y la mirada de Louis y la mía se cruzaban, cada sonrisa que soltaba me producía un escalofrío y sin saber cómo, cada vez que me estremecía era como si él lo notara, y se reía con una de sus perfectas carcajadas.
—Si siguen riéndose me temo que tendré que echarles al pasillo, señor Tomlinson, señorita Legendre.-dijo el señor Brown, nuestro tutor, sin apenas levantar la mirada de la pizarra.
Louis me tiró una mirada de maldad y diversión, me tapé la boca y ahogué una risa mientras él se metía el lápiz a la nariz, sin querer, mientras leía su libro de texto. La campana tocó por fin, después de aquella clase de Historia, una insoportable charla sobre el centro y una clase agotadora de Educación Física en la que nos habían hecho correr a todos durante la hora.
Sujetaba la libreta y el estuche entre mis brazos mientras esperaba a Louis a la puerta del vestuario de chicos, los chicos salían dándose codazos y empujándose entre ellos mientras que él no salía.
—Eh ¿vienes a comer?-me dijo Liam nada más salir, llevaba el pelo húmedo y una camiseta estrecha que marcaba todos sus músculos, las chicas comenzaron a rodearle.
—Creo que no, luego nos vemos en clase.-dije a tiempo de apartarme mientras todas aquellas chicas le cogían por los brazos y le empujaban hacia la cafetería.
Volví a quedarme sola en la puerta del vestuario masculino esperando a que Louis se decidiera a salir, ni siquiera sabía por qué le estaba esperando, no le conocía, y había dejado a Liam solo con aquel montón de chicas revolucionadas. Me olvidé de todo cuando le vi salir por la puerta, su pelo estaba mojado y le caía sobre la frente, olía realmente fresco y limpio, llevaba una camiseta, también estrecha como la de Liam, en la que ponía "I hate Mondays". Se alborotó el pelo con una toalla y la guardó rápidamente en la taquilla del vestuario.
—Veo que me has esperado.-sonrió brevemente y siguió.-Vamos, tenemos que hablar.
Me agarró por la muñeca y tiró de mí por los pasillos del instituto. Su falta de temperatura corporal me escandalizaba, era inhumano, pero esta vez no me solté, dejé que me guiara hasta donde quería llevarme. Pasamos la cafetería, se dirgió a fuera pero me detuve casi clavando los pies al suelo.
—Vamos.-dijo.
—Te quemarás.-dije decidida.
—¿De qué hablas?-parecía confuso. Solté su mano de la mía.
—Venga ya, sé que eres, si sales te quemarás.
Soltó una carcajada.
—Realmente no sabes nada de nosotros, los vampiros no nos quemamos al sol.-se señaló los músculos.-¿No has visto que maravilloso bronceado?
—Bueno, si tú lo dices.-esbocé una sonrisa torcida.
Salimos al césped y nos sentamos bajo un árbol, en la sombra. Abrí mi mochila y de ella saqué un sándwich que me había preparado Liam y un zumo, comencé a beber mientras él hablaba.
—Bueno, supongo que ya sabes por qué te he traído aquí.-dijo cansado.
—Para hablar.-di un mordisco al sándwich.
Soltó una carcajada.
—Ya bueno, hay muchos temas de los que se pueden hablar...-miró a todos lados a nuestro alrededor-. Pero digamos que este tema es menos común.- terminé el sándwich, hice con el papel metalizado una pelota y la guardé en mi mochila.- Tu amigo...
—Liam.
—¿Sabes qué es?
—Ajá.-me echó una mirada dubitativa-. Un ángel, es un ángel.
—Exacto. ¿Tu otro amigo es...?
—Zayn es un hombre lobo, sí, lo sé. Y tú y tus amiguitos vampiros, todos criaturas mágicas.- rio de nuevo con mi comentario.
—Bueno, como tú dices... somo criaturas, todo lo que imaginas, desde vampiros hasta las más diminutas hadas del bosque. Y como los humanos tenéis gobierno, nosotros tenemos un consejo.-asentí y el siguió hablando-. Bueno, el consejo tiene serias normas para que los humanos no descubran nuestra verdadera identidad. No debemos mostrar nuestra forma mágica delante de ellos, no podemos atacar a los humanos, esa es una de las reglas que más se pasan, puesto que muchos de nosotros nos alimentamos de humanos. No podemos quedarnos mucho tiempo en un mismo lugar, esta normativa va para los que somos inmortales; si los humanos ven que durante tiempo no envejecemos tienden a sospechar así que estamos mudándonos constantemente.
—Y...-no me dejó acabar la frase puesto que seguía hablando.
—Entre nosotros también hay reglas que cumplir. No podemos robar a los demás, por eso mi hermana Lottie entró en tu casa, pensaba que habías robado ese medallón. Entrar en las casas otro de nosostros, como en el mundo humano, también es ilegal. Y bueno, tus amigos serán castigados por ello.
—¿QUÉ?¿ESTO ES LO QUE TENÍAS QUE DECIRME?
—Pero...
—NO, Liam y Zayn; oh Dios...
—Lottie entró en tu casa, también será castigada, por eso necesito tu ayuda, es mi hermana, la única familia real que tengo.
—¿Por qué mi ayuda?
—Eres una Legendre, el consejo está a cargo de tu tía, Euríale Legendre.