Aquí os dejo el capítulo 11, espero que os guste y que comentéis, siento tardar siempre en tardar pero la inspiración no me llega T.T os quiero pequeños lectores :).
Se acercó a un Jaguar XF deportivo, parecía caro, demasiado, y nuevo, como recién comprado. Sacó la llave de su bolsillo y tras pulsar el botón, las luces delanteras se encendieron en un tono azulado. Me deslicé en el asiento del acompañante y me puse el cinturón, si algo había aprendido es que los vampiros no conocían los límites de velocidad. Llevó una mano al volante y la otra a mi muslo, buscando mi mano para agarrarla, entrelazó sus helados dedos con los míos y puso en marcha el coche, hacía Hiller Park. Por lo que recordaba de cuando había venido a pasar unas navidades con mi tía, Hillin Park era en parte una reserva natural y en otra parte era un parque público, al que los chicos del Instituto iban a fumar y a beber con sus compañeros.
—Hemos llegado —dijo quitando la llave de su lugar y saliendo del coche.
Estábamos aparcados frente la entrada del parque. Un niebla espesa corría bajo nuestros pies sin dejarnos ver dónde pisábamos. Louis me cogió la mano y me guió decidido hacia el parque.
—¿Por qué hemos venido aquí?
—Mi amigo puede ayudarnos.
—¿Ayudarnos?
Asintió.
—¿A qué? —pregunté.
—¿No recuerdas?
—Ah claro.
Seguimos caminando sin decir nada, a paso ligero. De vez en cuando Louis se paraba para decidir el camino que tomar y cada vez yo estaba más segura de que la niebla había ayudado a perdernos.
—¿Estás seguro de que es por aquí? —pregunté a Louis.
—Estoy seguro en un noventa y nueve por ciento.
—¿Y el uno por ciento restante?
—Ese sólo está casi seguro.
Suspiré y le seguí a través de la niebla.
Llevábamos tal vez una hora andando entre árboles y más árboles cuando vi unas luces anaranjadas que venían de no muy lejos, y un humo espeso por encima de la niebla, de un gris que sobresaltaba sobre el blanco de ésta. Louis me cogió la mano con mayor fuerza y nos acercamos a la que parecía ser una cabaña. Él parecía saber a dónde nos dirigíamos por lo que le dejé guiarme.
Ya nos encontrábamos frente a aquella casa, era de madera y la chimenea desprendía aquel humo grisáceo y asfixiante. Las luces anaranjadas procedían de unas ventanas desde las que no se veía nada, pues las cortinas estaban echadas. Louis llamó a la puerta tres veces, y volvió a llamar tres veces con los mismos tiempos. La puerta de madera se abrió en un momento y una chica rubia de aspecto irlandés nos abrió esbozando una cálida y amplia sonrisa.
—Buenas, ¿qué des... —Se paró y observó a Louis, alcanzó un paraguas y se lo puso a éste en el cuello amenazante.—¿Qué buscas aquí, chupasangres?
Louis abrió la boca para responder, mas ella no le dejó decir nada. Me miró y me agarró tirando de mí hacia dentro.
—Ibas a hacer daño a una humana, en Horan's no permitimos a las humanas, pero haremos una excepción con ella —dijo con su marcado acento irlandés.— No puedes hacerla nad...
No pudo terminar, ya que un chico, también irlandés la interrumpió.
—¡Carrie, déjales en paz!—le gritó éste, y Carrie me soltó—¡Es inofensivo, y mi invitado!
—¡Te vas enterar!—respondió ésta enfadada.—Aquí no entran ni vampiros ni humanos.
Bufó y se dio la vuelta, andando hacia un pasillo.
—Louis, por fin estás aquí. —Me miró— Soy Niall, siento la escena con Carrie, ella es así.
—Geo —dije ofreciéndole una mano para estrechársela, pero él me dio dos besos y pasó de mí saludo.
—Bien, bajemos al sótano. No te preocupes, si te asustas por la oscuridad puedes abrazarme.—sugirió el irlandés con una sonrisa burlona aunque sin maldad.
Le seguimos por el mismo pasillo por el que Carrie había entrado malhumorada, eran todo puertas y más puertas.
—Esto es una especie de hostal para criaturas como tu amigo —dijo Niall resolviendo mis dudas— Bueno, en realidad todos entran menos él. Mi padre tiene tirria a los vampiros, no les soporta.—rió.
—Aunque yo soy la escepción, soy tan adorable.—rió Louis.
Llegamos al final del interminable pasillo, la verdad es que aquel sitio era más grande por dentro que por fuera, y con una notable difernecia de metros. Niall sacó una llave metálica de su bolsillo y la introdujo en la cerradura de ésta. La puerta se abrió dando lugar a unas fantasmagóricas escaleras de piedra. Alcanzó una antorcha al principio de las escaleras y la encendió con tan sólo chasquear los dedos. Louis y yo nos miramos y encogimos los hombros, ni él sabía que hacía su amigo el irlandés.
Las escaleras acabaron, de nuevo otra puerta y tras ésta, el sótano. No tenía nada de especial, las paredes estaban comidas por la mugre en las esquinas y era de un gris cemento común y sucio, había dos estanterías llenas de libros de aspecto antiguo y un escritorio, un armario en el que cabríamos los tres y un oso pardo juntos y una alfombra roja llena de bolas de pelusa.
—Siéntate ahí —me dijo señalando a la alfombra.
—¿En el suelo? —Pregunté.
—Hombre, ¿ves algún sillón en esta sala?
Negué con la cabeza.
Me senté en una esquina de la alfombra y Louis se sentó a mi lado. Observamos a Niall abrir el grandísimo armario y sacar un montón de trastos. Cada vez que se acercaba a nosotros era para traer algo desde allí, una bola de cristal, un montón de botecitos con diferentes líquidos de colores, un espejo, tazas, cosas que ni sabía qué eran.
—Niall...—musité.
No respondió.
—Niall.
Siguió sin responder.
—¡NIALL!—grité.
—¿Qué?
—¿Qué coño es todo esto?
—Vamos a hacer una ouija.
—Estarás de coña.
—Pues claro. —rió mientras dejaba un sandwich mordido sobre el escritorio y se sentaba en frente de nosotros.—Tengo entendido que eres sobrina de Euríale.
—Ajá—asentí— lo soy. ¿Por qué todos estáis tan obsesionados con ella? Vale que sea rara, pero tampoco es una bruja.
—Oh no, no es una bruja, es peor que eso.
Puse cara de "a-qué-cojones-te-refieres" y alcé una ceja.
—Tu tía es una gorgona.